Título: Discurso de la dignidad del hombre.

Autor: Giovanni Pico della Mirandola.

Autor de la introducción: Carlos Llano Cifentes.

Edición:

Publicación: México, D.F.

Editorial: Universidad Nacional Autónoma de México.

Año: 2003

Páginas: 63

 

Presentación.

 

Sin duda alguna, corresponde a Giovanni Pico della Mirandola el merito histórico de haber formulado por primera vez la idea de que la dignidad del hombre estriba ante todo en su libertad de formar y plasmar su propia naturaleza. De esta manera, el filósofo renacentista ha anticipado la noción clave del existencialismo, que consiste en considerar al hombre ya no como un mero objeto en sí, entre otros objetos sometidos a rigurosas leyes de causalidad, sino como un sujeto para sí, de cuya acción libre depende la configuración de la personalidad propia.

Es verdad que la filosofía clásica, arraigada en la tradición aristotélico-tomista, conserva un concepto de la naturaleza del hombre según el cual este no podría variar o modificar a su capricho, puesto que la naturaleza es ofrecida, no digamos impuesta, al hombre como un don primero. Empero, no es menos cierto que la filosofía clásica ha insistido en la relevancia ontológica de la llamada naturaleza segunda, que es resultado del ejercicio de la libertad y de la formación de los hábitos y del carácter.

En este sentido, están suficientemente justificadas las tentativas de aproximación entre el humanismo clásico, cuyo eje es la noción de persona, y el humanismo renacentista de Pico,  humanismo del que quisiéramos poner relieve las características originales.

Pico della Mirandola ha insistido en los riesgos que conlleva la libertad humana. En cada decisión, el hombre se pone en juego a sí mismo. Una elección libre no es un mero hecho contingente, ni algo semejante a un fenómeno físico que se diluye en la marcha irreversible del tiempo. La libertad es, para Pico della Mirandola,  una fuente de autodeterminación, una configuración ontológica de si mismo que puede concluir o bien en la degeneración que hace del hombre una “planta” o una “bestia”, o bien en la elevación que hace del hombre un “animal celeste”, un “ángel”, una “morada de Dios”.

Fiel a las tendencias y a las inquietudes de su época, ha puesto la cultura al servicio del humanismo. En la obra de Pico della Mirandila no hay cabida para la filosofía separada de las preocupaciones más hondas del hombre. La filosofía especulativa calma el desasosiego de la razón, la filosofía moral lava la parte sensible del hombre, la teología misma corona la labor filosófica, mostrando el lugar donde reina la paz del espíritu.

Pico della Mirandola no está exento de la curiosidad renacentista que indaga cualquier tradición y cualquier saber “profano”. No podemos  dejar de admirar su erudición, que lo mismo abarca los misterios cristianos que los misterios órficos, la religión de Zoroastro, los secretos de la cábala, las escuelas filosóficas de Platón y de Aristóteles, la sabiduría de Averroes y Avicena, las disquisiciones escolásticas de Tomas de Aquino y de Juan Duns Scoto… Pero nada más extraño a este humanista que una mera erudición “libresca”. El fin de su curiosidad inquisidora, que no desdeña nada, no es el cumulo de información y de datos, sino el cultivo y la fecundidad del alma.

Es justo decir que Pico della Mirandola ha otorgado primacía a la vida contemplativa. Sin embargo, la contemplación, e incluso el amor místico, no ayudan a cumplir mejor con nuestras obligaciones individuales y civiles, nos ayudan a mejor realizar la vida activa en que en esencia debe consistir en el recto discernimiento de las cosas inferiores.

Nosotros celebramos que Adolfo Ruiz Díaz haya efectuado esta notable traducción a partir del textos original de la Oratio de hominis dignitate  con un profundo conocimiento del periodo renacentista y manteniendo siempre una versión clara y equilibrada.

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